Este post está orientado a la empresa, al profesional y al cliente.
- A la empresa, para que siga desarrollando potencial y abriendo posibilidades.
- Al profesional coach, para que continúe trabajando sus competencias y ponga atención sobre cuánto de lo que aporta puede restar.
- Al cliente, para que en ese compromiso que adquiere con su objetivo no espere a que le digan cómo hacer, si no que esté receptivo a aprender.
A la empresa y al profesional
La pregunta que encabeza el artículo, la formulé cuando me estaba formando como coach. Provengo del mundo socio-sanitario, y quería abrir mi campo de actuación al ámbito de la empresa. Desde que me he embarcado en el mucho del coaching ejecutivo, he visto con frecuencia que la propia empresa proporciona recursos a sus empleados para que se formen como coach, y ocupen dos roles en la misma empresa. Así que por alguna razón las empresas muchas veces apuestan por coaches con conocimientos técnicos en el sector para el que se destina el proceso.
Jon Whitmore, uno de los padres del coaching, hizo una estimación entre sus estudiantes sobre las cualidades que tenía que tener un buen profesional en esta disciplina. Estos respondieron, entre otros aspectos, que debía de tener experiencia en el sector y que manejara los conocimientos técnicos. Para ofrecer su punto de vista contrario se apoyó en la experiencia deportiva. Como es sabido por muchos, a raíz de T. Galwey y su The Inner Game, con la finalidad de mejorar el potencial en deportes como el tenis, esquí o el golf se empezó a utilizar esta metodología precursora del coaching actual. Withmore relata cómo en una ocasión necesitaron más coaches para los jugadores de tenis, y al no disponer de más tuvieron que acudir a dos profesionales expertos en esquí. Sin decir nada a nadie sobre esta característica llevaron a cabo el proceso de coaching de los jugadores de tenis. Por lo visto, el desconocimiento sobre el juego que tenían los “intrusos” no les permitía ver los errores técnicos que cometían, aspecto que los expertos en tenis sí veían. Eso “de más” que observaban les dejaba anclados en la punta del iceberg, el error técnico, sin embargo los profesionales que no sabían se veían obligados a ir a la raíz del problema, a bucear en ese iceberg y preguntar al propio jugador sobre su propia percepción en el juego. Es decir, no saber obliga al coach a pensar preguntas para que el cliente descubra las respuestas e incremente su percepción. Y saber, sin querer, lleva al diagnóstico. Al final tuvieron que formar más a los expertos en tenis para ser más eficientes en sus procesos de coaching. Tomar conciencia como coach de lo que haces, dices y ves en cada momento que pueda restar poder al cliente es un esfuerzo que, sin duda, hay que hacer siempre, pero más aún si eres experto en lo que tu cliente quiere mejorar. El autoconocimiento tiene lugar en uno mismo, no cuando llega el que sabe y te indica. Si no haces consciente lo que te impide progresar aparecerá de nuevo. Así que, la conclusión dedicada a los estudiantes fue que, si el coach actúa como un catalizador de la conciencia, no precisa ser experto en el tema. Aboga por la posibilidad de hacer alguna aportación como experto, pero puntualiza que esto se aleja de un proceso de coaching, porque cada aportación como experto reduce la responsabilidad del cliente sobre su propio potencial. El cambio de observador que llamamos en coaching ontológico solo puede tener lugar si la respuesta y aprendizaje nace del cliente a través de su propia experiencia, solo entonces habrá aprendizaje transformacional, que es el que le va a posibilitar evolucionar. No es lo mismo decirle a alguien, utilizando otro ejemplo deportivo, “mira el balón” que hacer preguntas que obliguen a ser más descriptivo, y por lo tanto a prestar más atención a la bola y evitar entrar en juicios que distraen al jugador (¿¿insinúas que no he mirado??). Si solo nos quedamos en el diagnóstico de que “no mira la pelota”, no ayudamos a crecer. Estos modelos que enseñan la forma correcta puede que ayuden a mejorar en un principio, pero en realidad restan cualidades personales al otro, no favorecen su autonomía, su responsabilidad y su propia confianza.
Cuando hay falta de confianza en el profesional coach o carece de competencias, aumenta el riesgo de que recurra más a esos conocimientos técnicos para compensar. En términos generales, diría que, siempre tenemos que cuidarnos de no adoptar estrategias para compensar carencias en la metodología. Esto me recuerda a las compensaciones que hace el cuerpo cuando tiene una lesión, que lo habitual es que aparezcan lesiones secundarias. Esas compensaciones parecen aliviar y salvaguardar el foco del dolor, cuando en verdad está generando más problemas.
Obviamente no es imposible que un coach experto en el sector haga un proceso de coaching, pero pongo en valor la riqueza de contar con coaches externos.
Al cliente
No todos aprendemos del mismo modo, lo que le sirve a una persona no tiene por qué servirle a otra. Si los manuales y los consejos sirvieran no venderían tanto, con una vez que leyeras bastaría, pero poner práctica lo que se lee requiere de variables personales que pueden estar interfiriendo en ese objetivo, y solo a través de un trabajo personal puedes lograrlo. Y la persona que proporciona el consejo tiene un enfoque concreto que puede no encajar con otras necesidades. El coach es un facilitador para que descubras cómo poder hacerlo, qué puede no estar funcionando, para ampliar tu mirada, para ampliar recursos personales y que el día de mañana puedas utilizarlos para otro reto. Para que una persona obtenga el mejor rendimiento para su empresa no necesita a un experto técnico facilitador, si no a un experto en preguntas que le ayuden a extraer su máximo potencial, porque ya es un experto en su materia, y si no lo fuera la formación sería la medida oportuna.
La montaña y el coaching

En mi caso ofrezco, para quién lo desee, como una herramienta más del proceso, la actividad de montaña. Aclaro que no hacemos coaching mientras se hace la actividad. El proceso en sí mismo tiene lugar con la coach en otro momento, en otro espacio, y las preguntas que hace van orientadas a los aprendizajes obtenidos de esa experiencia que tiene lugar con el técnico especialista en la actividad de montaña. Ningún coach necesitaría saber cómo son las medidas de seguridad en la montaña, ni qué es un cabo de anclaje, ni cómo se monta un rapel con una cuerda…etc. con la finalidad de poder ayudar al cliente a obtener una mejor versión de sí mismo para el reto que trae, esté ligado a la actividad de montaña o no. Pero sí necesita saber qué preguntar para ayudar a consolidar, hacer consciente, optimizar recursos y extrapolar experiencias que le sirvan para su objetivo, sea cual fuere.